Las Naciones Unidas ha creado una web, bajo el nombre 7 billion and me http://www.7billionandme.org, con la que concienciar a los ciudadanos de su entorno demográfico y perspectivas futuras a partir de su fecha de nacimiento, lugar, sexo y edad. Se trata de una curiosa aplicación que asigna a cada cual su “número de ciudadano” y contextualiza la cifra con el número de personas que nacieron anteriormente, las que lo hicieron desde entonces, de qué modo se repartió según los continentes, el porcentaje correspondiente a nacimientos en zonas urbanas o rurales, hombres o mujeres, cifras comparativas entre ciudades, cuántas personas murieron desde el nacimiento de uno de nosotros, etcétera, etcétera, etcétera.
La web, más allá de lo anecdótico que resulta ser el ciudadano número 4.524.056.338 y otros cuantos datos estadísticos, pretende apuntar a tendencias demográficas y ser el punto de partida para abordar cómo tal cantidad de personas puede vivir en la tierra de modo sostenible. Y es que el pasado 27 de septiembre la tierra entró en déficit ecológico, esto es, a partir de ese día todo lo que se consuma hasta final de año es a cuenta de recursos que el planeta no puede producir y de contaminantes que la tierra no es capaz de absorber.
Mientras tanto, el informe de El Estado del Mundo 2011, elaborado por Naciones Unidas, defiende en su prólogo que, si efectúan las debidas inversiones en las personas, el mundo podrá tener ciudades prósperas y sostenibles, fuerzas laborales productivas que empujen el crecimiento económico, jóvenes que contribuyan al bienestar de las sociedades y una generación de ancianos saludables que puedan participar de las decisiones. Utopías al margen, lo cierto es que mientras los países desarrollados están preocupados por sus tasas de fertilidad y envejecimiento, los más pobres luchan para satisfacer las necesidades de sus poblaciones crecientes. Cada vez son más las personas vulnerables y las que lo serán a la inseguridad alimentaria, la escasez de agua y los desastres naturales. Si hasta ahora los motivos con los que explicar las migraciones se basaban en la necesidad de proteger una vida o bien buscar una más digna, el refugiado climático se abre paso en las tipologías, entendido como aquel que huye empujado del lugar en el que vive por situaciones climáticas adversas.
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